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KIM KYUNG-HOON / POOL

Informe - China, Europa y el Magreb: ¿Está China acercándose a nuestros vecinos del sur?

Víctor Rico Reche

15 mins - 3 de Febrero de 2023, 07:00

Por diferentes razones, los países del Magreb, con Marruecos y Argelia a la cabeza, han sido fuente de noticias constante durante todo el 2022. La escalada de tensión entre estos dos países, la crisis y tragedia en la valla de Melilla, los acuerdos energéticos entre Argelia e Italia, o los indicios de participación de Marruecos en los escándalos de espionaje de Pegasus y en la trama de sobornos del ‘Qatargate’, son solo algunos ejemplos que han puesto de nuevo la atención de la prensa española en la región. Sin embargo, hay un tema del que se ha escrito poco y en el que merece la pena poner el foco, y es la creciente presencia de China en la región. 

Hasta el momento, la inversión china parecía no tener un interés especial en una región con fuerte presencia comercial europea. En los últimos veinte años, China comenzó un proceso de expansión con inversiones a lo largo y ancho del continente africano, pero parecía que incluso en África, el interés de Pekín se centraba mayoritariamente en los países del África sub-sahariana.

Más recientemente, Pekín ha aumentado también de forma decidida su apuesta por Oriente Próximo, otra región próxima geográfica y culturalmente al Magreb. Pero, ¿cuál es el papel del gigante asiático en la cuenca sur del Mediterráneo? ¿Ha puesto China sus ojos en esta región del mundo? Y lo que es más importante, de ser así ¿debería esto preocupar a Europa?

Una región clave para España (y para Europa)
El Magreb, la región del norte de África formada por Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, ha sido históricamente una región fundamental para España y, por extensión, para el resto de Europa. La relación entre los países a ambos lados de la cuenca mediterránea ha marcado profundamente la evolución de estas dos regiones. Cómo gestionen sus relaciones futuras será, sin duda, clave para la estabilidad de ambas

Los países a ambos lados del Mediterráneo cuentan con estrechos vínculos en diversas áreas. De una convulsa historia compartida, se ha pasado a una relativa estabilidad que ha propiciado el surgimiento de dependencias mutuas de diferente índole: a nivel económico (siendo España, por ejemplo, el primer socio comercial de Marruecos), energético (con Argelia como suministrador de gas estratégico para Europa) o de gestión de los flujos migratorios (con Marruecos, Argelia, Libia o incluso Mauritania como países clave en la gestión de los flujos migratorios hacia el viejo continente). A nivel europeo, la UE cuenta con políticas específicas que buscan un acercamiento y mayor cooperación con la región. Estos países forman parte de La Política Europea de Vecindad, estrategia mediante la cual la UE busca reforzar la prosperidad, la estabilidad y la seguridad con los países fronterizos.

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Pese a estos fuertes lazos, el cambiante escenario global ha demostrado la fragilidad de estos equilibrios y cómo esto tiene un impacto directo en la geopolítica del viejo continente. Vimos recientemente cómo la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca supuso un reconocimiento histórico por parte de EEUU de la soberanía marroquí del Sahara Occidental y, casi de la noche a la mañana, cómo la crisis energética ha reconfigurado las relaciones de Europa con los países exportadores de gas. 

Pero el ejemplo más claro de cómo un cambio de equilibrios de este tipo puede afectar negativamente a Europa, lo tenemos en el caso de Rusia. La influencia rusa en los países del Sahel, con mercenarios desplegados en varios países de la región, se ha trasladado también al ámbito informativo. En cuestión de unos años, la propaganda anti-europea ha comenzado a calar entre la población local y a traducirse en gobiernos cada vez más alineados con los postulados del régimen de Putin y contrarios a Europa Occidental.

Si bien es cierto que la política exterior actual de Rusia y China en la región son muy diferentes, no hay que descartar que la estrategia china pueda volverse más persuasiva, transformando su poderío económico también en influencia política en temas clave para Europa. En junio del año pasado, Pekín convocó una conferencia de paz, buena gobernanza y desarrollo con el objetivo de presentar un enfoque alternativo al de Occidente para abordar conflictos en el Cuerno de África, lo que puede ser visto como un alejamiento de su tradicional enfoque de no injerencia en asuntos internos de otros países.

Y es que no hay que olvidar que, como vienen advirtiendo algunos líderes europeos desde hace un tiempo, China es 'un rival sistémico', un modelo alternativo que choca con el modelo europeo de libertad política, prosperidad económica y cohesión social. 

En palabras del Alto Representante de la UE, Josep Borrell: 'Cuando decimos que China es nuestro rival, significa que nuestros sistemas están en rivalidad. Y los chinos están tratando de explicarle al mundo que su sistema es mucho mejor (...) Nuestra lucha es intentar explicar que la democracia y la libertad política no es algo que se pueda cambiar por prosperidad económica o cohesión social. Ambas tienen que ir juntas. De lo contrario, nuestro modelo perecerá, no podrá sobrevivir.'

China y el Magreb, ¿cada vez más cerca?
Las relaciones árabe-chinas son tan antiguas como la Ruta de la Seda original, cuando China trazó una ruta comercial que conectaba el Lejano Oriente con los países del mar Mediterráneo. Sin embargo, durante muchos años el papel de Pekín en el Magreb ha sido secundario, generalmente a la sombra de la influencia europea y lejos de su decidida apuesta por otras regiones del continente. Pese a esto, no hay que restar importancia a la creciente presencia de China en el Magreb, pues su influencia allí tiene un potencial desestabilizador para Europa mayor que en otras zonas del planeta.

Al igual que ha sucedido con China y otras regiones del mundo, sus relaciones se han ido desarrollando conforme su crecimiento económico ha ido consolidando al país como una potencia mundial. Aprovechando su tremenda capacidad económica, China lleva años tejiendo redes de dependencia con países a lo largo de todo el mundo. El paradigma de esta política es la gran apuesta y megaproyecto de China en materia de inversiones, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (en inglés: Belt and Road Initiative, BRI), donde la región no ha sido una excepción. Aunque el Magreb no se encuentra geográficamente entre los puntos que China pretende conectar, la multitud de proyectos que el gigante asiático ha creado bajo el paraguas de esta iniciativa ha terminado por seducir a todos los países del Norte de África, que han acabado sumándose también al megaproyecto chino.

Durante la última década, en gran parte debido a esta iniciativa, los mecanismos de cooperación con la región han ido en constante aumento. Multitud de proyectos se van desarrollando en diferentes áreas, con los países del Magreb en muchas ocasiones acercándose a China a través del marco de la Liga de los Estados Árabes, aprovechando el interés de Pekín en los países del Golfo Pérsico. 

En 2019, por ejemplo, Túnez acogía el segundo Foro de Cooperación BDS China-Estados Árabes, foro que tiene como objetivo aumentar el uso del sistema de navegación por satélite chino Beidou (BDS) en el mundo árabe, como parte de la Ruta de la Seda Espacial y alternativa al GPS norteamericano. De hecho, este sistema ya es ampliamente utilizado en Argelia y Túnez para monitoreo ambiental, agricultura, apoyo logístico o para asistir en caso de desastres naturales.

En 2021, se firma el Plan de Navegación Satelital China-Estados Árabes, que establece las bases de la cooperación en tecnología espacial entre China y los Estados Árabes, y en diciembre de 2022, Xi Jinping asiste a la Primera Cumbre entre China y los Estados Árabes en Arabia Saudí. Visita que el presidente chino define como 'viaje pionero' para 'abrir una nueva era en las relaciones de China con el mundo árabe.'

Aunque el Magreb todavía parece no contar con el interés de China que despiertan los países del Golfo, lo cierto es que, bilateralmente, su presencia en la región también ha ido aumentando. China es ya el primer socio comercial de Mauritania, Argelia y Libia, y el tercero en Marruecos y Túnez.

Argelia y Marruecos, las piezas clave de la región
En estos últimos años, Pekín ha dado un salto en sus relaciones tanto con Argelia, con quien estableció una asociación estratégica integral en 2013, como con Marruecos, con quien estableció una asociación estratégica en 2016. Estos dos países están, además, a la cabeza de la exportación de armas chinas entre 2005 y 2021 tanto en África como entre los países de la Liga Árabe

Con Argelia, China mantiene una estrecha relación a nivel político, a la que se suman una multitud de proyectos conjuntos tanto en materia de infraestructuras como en el área energética. En noviembre del pasado año, Argelia solicitó oficialmente unirse a los BRICS, el bloque de países emergentes liderado por el gigante asiático y al que China dio la bienvenida a través de su ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi. Un paso que, de confirmarse, puede acercar políticamente aún más a ambos países. Durante el mismo mes, China y Argelia renovaron su plan de cooperación estratégica integral, que durante los próximos cinco años prestará especial atención al ámbito de la economía, de la energía, la agricultura y la ciencia

Pese a no tener unas relaciones tan consolidadas como con Argelia, el caso de Marruecos es también significativo. El último año ha estado marcado por una profundización en sus relaciones, principalmente comerciales. A principios de 2022, ambos países establecieron un acuerdo que permitía al país alauita acceder a la financiación china bajo el paraguas del BRI, lo que asegura una creciente inversión china en los próximos años. Marruecos se convirtió así en el primer país del norte de África en firmar un plan de implementación de la Iniciativa de la Franja y la Ruta con China. Por otra parte, en octubre, se inauguró una línea para transportar carga en tren desde Chengdu (China) hasta Hamburgo (Alemania) y luego en barco hasta Casablanca (Marruecos), lo que convierte a Marruecos en un punto clave para su ruta comercial.

Lo cierto es que la presencia de empresas chinas ya es notable en el país. Estas empresas desempeñan un papel central en el llamado plan 'Marruecos Digital 2025', con el que Marruecos intenta posicionarse como un centro digital regional. Un ejemplo claro del posicionamiento de algunas de estas empresas es el de Huawei, que ha establecido un centro logístico en el puerto de Tánger Med y está profundamente involucrada en los sistemas de telecomunicaciones del país. Otro ejemplo de cooperación sino-marroquí reciente es el Mohammed VI Tangier Tech City. En julio de 2022, ambos países firmaron un acuerdo marco para poner en marcha el esperado proyecto marroquí, una ciudad de 2.000 hectáreas que se espera albergue a 300.000 personas y cree 100.000 puestos de trabajo

Aunque para Marruecos el potencial de estas relaciones aún está por explotar, los progresos recientes son más que notables. En los últimos cinco años, los intercambios comerciales entre China y Marruecos han crecido en un 50% y las relaciones entre los dos países parecen estar mejor que nunca. 

Mauritania, Túnez y Libia, relaciones positivas
Con el resto de países del Magreb, China mantiene también buenas relaciones, aunque a diferente escala y con intereses muy diversos. 

Túnez mantiene una buena relación política con Pekín. En diciembre, el Presidente chino se reunió con su homólogo tunecino reiterando su apoyo en la búsqueda de un camino de desarrollo 'adecuado a sus condiciones nacionales' y sin 'interferencia externa' de otros países. Xi Jinping, se comprometió también a impulsar la cooperación con Túnez en diversas áreas, como sanidad, infraestructuras, alta tecnología o recursos humanos. En materia económica, el país africano alcanzó el pasado año un récord de déficit comercial con el gigante asiático. Pese a su crecimiento en los últimos años, en Túnez el gigante asiático está todavía en tercer lugar como socio comercial, por detrás de países europeos como Italia o la propia Francia



En el caso de Mauritania, las relaciones entre ambos países son también positivas. En el encuentro entre Xi Jinping y el Presidente de Mauritania, Mohamed Ould Ghazouani, el Presidente chino confirmó el buen estado de las relaciones entre los dos países y reiteró su compromiso a elevar esa cooperación. El apoyo político de Nuakchot en temas clave para Pekín, como las cuestiones relacionadas con Taiwán, Hong Kong, Xinjiang o su posición sobre los derechos humanos, es algo que Pekín ha valorado positivamente y es clave para su entendimiento político. Económicamente, China representa la mitad de las exportaciones del país, lo que muestra la importancia de Pekín para el país africano. Un reflejo de esta buena sintonía es que en 2019, China se comprometió a donar 6,3 millones de euros en asistencia militar para la lucha contra el terrorismo y, en 2022, decidió cancelar parte de su deuda (unos 22,3 millones de euros) mediante la firma de un memorando de entendimiento

En Libia, pese a la inestabilidad política del país, China ha conseguido afianzarse como principal socio comercial. Su apuesta por la no intervención en asuntos domésticos le asegura la defensa de sus intereses con independencia de qué facción salga triunfadora en el conflicto. Llegado el momento, el gigante asiático tiene el potencial para ofrecer al país mediterráneo recursos financieros y de infraestructuras para una hipotética reconstrucción del país, lo que posiciona a Pekín en un lugar estratégico de cara al futuro. No hay que olvidar que para China, Libia tiene un interés especial debido a sus grandes recursos petroleros, y la presencia de la china Sinopec es una clara muestra de ello.

Potencial aún sin explotar
Como Mohamed VI subrayó durante la Cumbre entre China y los Estados Árabes, a excepción del petróleo y el gas, todavía hay un déficit importante en cuanto a las exportaciones árabes a China. Para el monarca alauita, el comercio entre ambas regiones todavía no está a la altura del potencial de crecimiento, y en áreas como el turismo el balance sigue siendo claramente favorable a la potencia asiática. Lo cierto es que, pese a las crecientes reticencias de Occidente por crear dependencias de cualquier tipo con Pekín, para muchos países China sigue siendo una fuente de inversión difícil de rechazar.

El atractivo económico de China y su modelo de desarrollo basado en la no intervención en asuntos internos, resulta una combinación muy atractiva para una gran cantidad de países fuertemente marcados por los estigmas (y, por supuesto, consecuencias) de su pasado colonial. Un modelo ideal para países con necesidades de inversión pero que a su vez quieren evitar injerencias de cualquier tipo en su política interna. Gobiernos autoritarios, con altos grados de corrupción o cuestionados por no respetar los derechos humanos ven en la inversión china una oportunidad de obtener estímulos económicos sin comprometerse en cuestiones sociales o políticas. 

Dado que China está todavía en proceso de desarrollo y parece lejos de su techo, cabe esperar que mientras su crecimiento se lo permita, Pekín continúe incrementando también su influencia en los países del Magreb. China parece estar más dispuesta que nunca a seducir a los países de la región, y estos, a su vez, dispuestos a dejarse seducir. Es pronto para saber si el gigante asiático aprovechará esta oportunidad para jugar también un rol más político en la región, si intentará atraer a estos estados a su esfera de influencia, o si preferirá afianzar primero su ascendencia en otros frentes de mayor importancia. En cualquier caso, por su cercanía, por su importancia estratégica y, sobre todo, por el buen entendimiento entre vecinos de un mismo mar, será mejor que desde Europa sigamos atentos a lo que sucede en nuestro Sur.

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