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EL PAÍS

Por un fondo soberano español

Andrés Ortega

8 mins - 17 de Febrero de 2023, 07:00

España quiere atraer inversiones de fondos soberanos de otros países, pero carece de uno propio, más allá de la SEPI (Sociedad Española de Participaciones Industriales, la sucesora del franquista INI) que tiene unos fines más específicos, o de COFIDES (Compañía Española de Financiación del Desarrollo). El ámbito de actuación de SEPI abarca 15 empresas mayoritarias, 9 empresas minoritarias y 100 indirectas y su gestión 'debe aunar la rentabilidad económica y la rentabilidad social'. Un fondo soberano a la manera de otros en el mundo, sobre todo del modelo de los europeos, lograría un instrumento potente en manos del Estado (aunque pudieran participar las Comunidades Autónomas) para invertir como accionista -no subvencionar- en empresas nacientes con alto potencial de rentabilidad, desde luego en la llamada Deep Tech (Tecnología Profunda) e incluso en empresas extranjeras de las que sacar beneficios que luego pudieran revertir en la financiación de otras políticas, como la social. ¿Lo necesita España? Creemos que sí, aunque dado el nivel de endeudamiento público, lo tiene difícil para dotarlo.

Un fondo soberano (o fondo de riqueza soberano, sovereign wealth fund en inglés) es un instrumento administrado por un Estado (o ente subestatal) con el objetivo de invertir y administrar sus recursos para fines estratégicos y a largo plazo. ICEX y el Instituto de Empresa realizaron un interesante informe sobre fondos soberanos en el mundo en 2020 (incluyendo América Latina), aunque según Wikipedia, España no figura entre los 49 primeros. El de Noruega invierte en empresas de medio mundo (España incluida), con condiciones, por ejemplo de respeto al medio ambiente o a los derechos humanos, y con objetivos de rentabilidad (que no siempre se consigue). Actúa de forma independiente, pero una parte de sus beneficios los puede utilizar el Estado en sus presupuestos. Se suele decir que los fondos soberanos suelen tener tres objetivos: ahorrar (de los ingresos del gas o del petróleo u otras materias primas, si el país las tiene), invertir en transformación económica, y generar beneficios de las inversiones en el país o fuera, de, por ejemplo, las grandes tecnológicas. Últimamente estos fondos han invertido mucho en centros de almacenamiento y datos utilizados por empresas globales o locales, y ejercen un efecto de atracción de otras empresas.

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El Banco Mundial en un reciente informe, señala que los fondos soberanos se han multiplicado en los últimos 15 años y los apoya. Su rendimiento medio en 2021, según un estudio de Invesco, gestora de fondos estadounidense, fue del 10%. El T20 (la red de centros de investigación del G20) se ha ocupado de ello en varias ocasiones, incluida una propuesta de crear una plataforma de cooperación entre fondos soberanos de ese grupo de países. No todas las grandes economías, pero sí muchas, tienen fondos soberanos. EE UU está más metido en la cultura de la subvención a través del Pentágono y otros departamentos. El último paso a este respecto es el IRA (Inflation Reduction Act), con 370.000 millones de dólares para reducir las emisiones y promover la tecnología verde, que ha hecho sonar las alarmas en Europa. Si EE UU carece de fondos soberanos a nivel federal, sí los tienen algunos sus estados, como Texas, Alaska o Wyoming (derivados de los ingresos por materias primas). Una parte de la izquierda estadounidense apoya la idea de un fondo soberano federal, que invirtiera en acciones de empresas nacionales, pero también de otros países, recuperando así parte de los beneficios. China está en cabeza (lo que no sorprende dado su sistema de capitalismo de Estado), seguida de Francia, de Singapur y de Noruega, o Emiratos y Arabia Saudí. Muchos provienen de los ingresos en hidrocarburos. Pero es no es el caso de Francia ni de Alemania, entre otros.

En España COFIDES, se puede considerar como fondo soberano. Con el Oman Private Equity Fund ha formado el fondo Sopef (Spain Oman PrivateEquity Fund). Pero España, aun conservando la SEPI, ha optado por la política de ayudas y subvenciones públicas, ya sea por medios nacionales o europeos, como los cuantiosos del NextGenerationEU que nutren el actual Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, o nacionales. Una parte de esa ayuda europea podría haber constituido la base de un gran fondo soberano europeo, pero no ha sido así. 

Algunos en la UE (especialmente Francia y la presidenta de la Comisión Europea) se están planteando competir con el IRA de EE UU y con China con un llamado Fondo de Soberanía Europeo. En realidad no se trata de un fondo soberano europeo (el presidente francés lo llamó así al principio antes de cambiar para no asustar a algunos conservadores fiscales en la UE), sino de nueva financiación europea para subvencionar a empresas sobre todo en materia de energías limpias y nuevas industrias. Según el comisario Thierry Breton, estaría financiado por deuda común, y 'debe permitir apoyo presupuestario directo, rápido y flexible a proyectos bien identificados de interés para la soberanía de la UE a través de cualquier sector de nuestro espectro industrial'. El último Consejo Europeo puso de manifiesto que aún no hay consenso suficiente al respecto -algunos países quieren ver antes los resultados del plan actual y apuntan también al ya existente Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas, dependiente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), que facilita garantías y fondos de capital de riesgo. Las economías más pequeñas temen que las grandes o más eficaces puedan subvencionar nacionalmente más a sus propias industrias, dejándolas atrás. En todo caso, las limitaciones europeas a las ayudas nacionales se están revisando ante un cambio en el panorama global de la competencia. Riesgo y oportunidad para España.



Ahí entran los fondos soberanos. Francia tiene Bpifrance, que moviliza 2.500 millones de euros con el objetivo de financiar 500 start-ups de alta tecnología, mezclando inversiones directas (French Tech Seed en forma de bonos convertibles en acciones) y subvenciones para las start-ups etiquetadas por prescriptores autorizados. Es parte de la estrategia 'Nueva Francia Industrial' a la que acompaña un plan de 54.000 millones de euros, denominado Francia 2030, para acelerar las tecnologías que contribuyen a la transición medioambiental y apoyar tecnologías emergentes como la del hidrógeno y la espacial. Alemania por su parte aprobó en 2021, semanas después de que Francia decidiera ampliar en 500 millones de euros más la financiación pública de sus start-ups de tecnología profunda, la constitución del DeepTech Future Fonds (DTFF), financiado por el Zukunftsfonds (Fondo del Futuro, de 10.000 millones de euro, lanzado un año antes. Irlanda, entre otros países europeos también cuenta con el suyo.

Hay grandes diferencias en la forma de gestionar estos fondos soberanos, y la eficacia de un fondo soberano español dependería en buena parte de su independencia y despolitización, algo ajeno a la cultura política española, como se comprueba en la SEPI. Lo tendría que gestionar un equipo políticamente independiente -¿nombrado por el Parlamento con un mandato estricto?-, lejos de todo amiguismo a la hora de decidir sus inversiones, y, claro está, profesional, como ocurre en el caso Noruega, y que buscara la rentabilidad. Por ello, quizás resultaría menos aventurado un auténtico Fondo Soberano Europeo, aunque, como hemos apuntado, de momento no está el ambiente pare ello. El Gobierno, con el Parlamento serían libres de gastar en los Presupuestos Generales del Estado la parte de beneficios del fondo que se decidiera. 

Mas en un país endeudado como España, ¿cómo constituirlo y financiarlo gradualmente? Además de apostar por la opción europea, se podría partir de depósitos de oro y divisas, de los derechos especiales de giro y posición de reserva del Fondo Monetario Internacional en manos de bancos centrales y autoridades monetarias, junto con otros activos nacionales como otras participaciones industriales y financieras -incorporar, previa privatización, varias empresas hoy en la SEPI y darles una gestión más de empresa despolitizada-, o ingresos de nuevas fuentes en un futuro. En todo caso, ante la competencia global de otros fondos soberanos, y en general de otras economías en países y para sectores más avanzados, y la consiguiente necesidad de apostar por las tecnologías punta y recuperar beneficios de las grandes tecnológicas y otras empresas, debería estudiarse en España la conveniencia de disponer de un fondo soberano propio.
 
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