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DAN KITWOOD (AP)

El acuerdo de Windsor y la tensa política del Brexit e Irlanda del Norte

Joe Zammit-Lucia

4 mins - 2 de Marzo de 2023, 07:00

Ha sido difícil no percibir el suspiro colectivo de alivio en el Reino Unido y en toda la UE que ha acogido el recién concluido acuerdo de Windsor. El protocolo sobre Irlanda del Norte acordado como parte de la salida del Reino Unido de la UE era un desastre. No sirvió a nadie.

Lo que se ha conseguido con el acuerdo de Windsor era, hasta ahora, algo que muchos consideraban imposible. El acuerdo no es perfecto porque nada en política lo es ni puede serlo. Sin embargo, como dijo el veterano diputado conservador Liam Fox en la Cámara de los Comunes, es un alivio tener por fin un gobierno británico que promete menos y cumple más. Una alusión no tan sutil al caótico gobierno de Boris Johnson: todo bravatas con poca o ninguna sustancia. La UE también ha ido mucho más allá de su posición inicial de línea dura e inflexible.

Pero el drama aún no ha terminado.

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La política de Irlanda del Norte siempre ha sido tensa, muy emocional, extremista (en ambos bandos) y ligada a cuestiones viscerales de identidades nacionales enfrentadas: la británica y la irlandesa. A pesar de todo, se ha avanzado mucho a lo largo de las décadas. Margaret Thatcher consiguió que el gobierno irlandés tuviera voz en los asuntos de Irlanda del Norte y arrastró consigo a la comunidad unionista. Tony Blair negoció el Acuerdo del Viernes Santo que trajo una paz duradera a la provincia. El autogobierno de Irlanda del Norte llevó a políticos unionistas y republicanos a trabajar juntos en la Asamblea de Stormont.

El Brexit y el desordenado Protocolo de Irlanda del Norte amenazaron estos acuerdos establecidos pero muy frágiles.

Los retos pendientes con el marco de Windsor residen ahora en incorporar a los extremistas del Brexit en Westminster (que quieren que Gran Bretaña no tenga nada que ver con la UE) y al Partido Democrático Unionista (DUP) en Irlanda del Norte. 

Al DUP se le está dando tiempo y espacio para considerar su posición sobre el acuerdo. Tienen que encontrar un equilibrio. Aceptar el marco, por imperfecto que sea, y seguir adelante para que los votantes, los ciudadanos y las empresas de Irlanda del Norte puedan seguir con sus vidas pacíficas y construir la prosperidad en la provincia. O bien comportarse de una forma que suele asociarse más con la izquierda política: poner la pureza ideológica por encima de la política pragmática.

A largo plazo, este último enfoque rara vez funciona. Si el DUP se atrinchera y se niega a reincorporarse a la Asamblea de Stormont en protesta por el acuerdo, al Gobierno británico no le quedará más remedio que convocar nuevas elecciones en la provincia. El DUP, cuyo porcentaje de votos ha ido disminuyendo, se encontrará probablemente en una posición más débil tras dichas elecciones.

Los 'Brexit-ultras' del llamado 'Grupo Europeo de Investigación' (ERG) en Westminster se enfrentan a una disyuntiva similar: pureza ideológica frente a éxito electoral



El Partido Conservador está muy rezagado en las encuestas y probablemente se celebren elecciones el año que viene. El éxito del acuerdo de Windsor -que conlleva la promesa de que el Reino Unido vuelva a participar en el programa de investigación Horizonte de la UE, así como una mayor cooperación con Francia en materia de inmigración ilegal a través del Canal de la Mancha- desvirtuaría una de las principales plataformas de la campaña electoral del opositor Partido Laborista: que son el único partido capaz de establecer una relación más cooperativa y menos conflictiva con la UE, algo que muchos votantes británicos desearían ver. Empezaría a cambiar la opinión de los votantes sobre el Partido Conservador de Rishi Sunak y podría recuperar a muchos votantes aún indecisos.

Otro golpe maestro de Sunak fue dar la responsabilidad de negociar el acuerdo a dos antiguos presidentes del ERG. En otras palabras, se trata de un acuerdo negociado y apoyado por dos de los suyos.

El marco de Windsor es un acuerdo cerrado. No es necesario que sea aprobado por el Parlamento británico, aunque someterlo a votación puede ser políticamente prudente. Una votación así se ganaría con toda seguridad, ya que la oposición la apoyaría. Lo que queda es la política parroquial: evitar una fractura dentro del Partido Conservador y engatusar al DUP para que acepte el acuerdo, de modo que pueda reanudarse finalmente el autogobierno en Irlanda del Norte.
 
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