Hace unas semanas, Sandra León argumentaba en
El País que el hecho diferencial de la Comunidad de Madrid debía buscarse en la apuesta por un modelo de gestión marcado por la liberalización en sectores como la
sanidad, los
servicios sociales o la
educación. Un largo periodo de gobiernos del PP otorga sin duda este sello de identidad al hecho madrileño.
En el caso de la educación, Madrid ha seguido un modelo que se ha caracterizado por dar las máximas facilidades al sector privado (véase este
informe).
El gasto público en el sector concertado ha aumentado de 353 a 1.104 millones entre 2000 y 2019, alcanzando el 29,2% del gasto público no universitario de la Comunidad. El conjunto del gasto público educativo, sin embargo, se redujo del 2,72% del PIB regional en 2009 al 2,24% en 2019, y situó a Madrid como la CCAA con menor gasto público educativo de España. En el curso 2020-2021, el sector concertado y privado escolarizaron el 30% y el 16% de estudiantes, respectivamente, acercándose progresivamente al peso del sector público (54%).
Madrid es hoy una de las CCAA con menor presencia de escuela pública.
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Las magnitudes de escolarización y gasto han coincidido con una política educativa de autonomía de centro basada en el
modelo bilingüe.
Iniciado en 2004, el programa contempla que las escuelas públicas y concertadas puedan impartir parte del currículo en inglés (la gran mayoría), francés o alemán. La expansión del programa ha sido acelerada, pasando de 29.238 estudiantes en el curso 2008/09 a 358.893 estudiantes en 2019/20,
cifra que supone el 30% del total de estudiantes escolarizados. Disponemos ya de evidencia de cómo la incorporación de este modelo lingüístico ha modificado las dinámicas de elección de las familias (ver
aquí y
aquí), la composición social de los centros (ver
aquí y
aquí) y la organización y pedagogía de los mismos (ver
aquí). La ciudad de Madrid, en resumen, se ha basado en un modelo con una
fuerte diferenciación de la oferta educativa, con diferentes tipos de escuelas disponibles
según su titularidad (público, concertado, privado) y
modelo curricular (bilingüe y no bilingüe).
A la par, el modelo urbano de crecimiento de la ciudad no ha sido indiscriminado, sino segmentado socialmente.
En las últimas dos décadas, en Madrid ha aumentado la desigualdad social y la segregación residencial. De hecho, a nivel comparado, Madrid es una de las ciudades más segregadas de Europa y donde más se ha intensificado la segregación residencial entre diferentes grupos sociales en las dos últimas décadas (ver
aquí). Diversos factores explican esta tendencia.
La burbuja inmobiliaria del 2008 y el modelo de desregulación de la vivienda, la condición de ciudad ‘global’ y la consiguiente polarización de estructuras de ocupación, y los cambios demográficos producidos por el incremento de población de origen inmigrante son algunas de las razones que ayudan a entender la creciente división social de la ciudad (ver
aquí,
aquí y
aquí). Los barrios de Madrid han experimentado diferentes procesos de transformación, que pueden ser caracterizados por trayectorias de gentrificación (principalmente en el centro y barrios específicos del sur), de empobrecimiento (mayoritariamente zonas del sur) o de reproducción de privilegio (sobre todo del centro y norte de la ciudad) (ver
aquí,
aquí y
aquí). Estos procesos de cambio de la ciudad dibujan una clara línea demarcada entre el Centro-Norte, de mayor renta y población nativa, y el Sur de Madrid, de menor renta y mayor población migrante.
Figura 1.- Renta media del hogar y porcentaje de población migrante por barrio
Fuente: Elaboración propia a partir del portal web del Ayuntamiento de Madrid, Área de Información Estadística
Esta segregación residencial tiene implicaciones para la cohesión social de la ciudad, pero también repercute especialmente en las oportunidades que tienen diferentes grupos sociales para acceder a recursos educativos, de salud o culturales. La política educativa de Madrid, basada en la diferenciación de la oferta educativa y un modelo que prioriza la demanda social para favorecer la elección escolar y la competición entre escuelas, ha generado procesos de desigualdad espacial para diferentes grupos de familias.
La ciudad se caracteriza por una oferta educativa muy desigual y ligada a la división Norte-Sur de la ciudad. Lo que define la oferta educativa es la mayor concentración de escuelas públicas y de centros no bilingües en las periferias del sur y la mayor presencia de centros concertados y bilingües en las zonas del centro y norte. El modelo educativo madrileño basado en la demanda social, sin considerar criterios de planificación educativa, ha reproducido las ya existentes asimetrías espaciales en la ciudad y ha generado desigualdades educativas para diferentes grupos de familias.
Figura 2.- Porcentaje de centros públicos y bilingües por barrio
Fuente: Elaboración propia a partir del buscador de colegios, Comunidad de Madrid
A la diferenciación territorial de la oferta escolar se unen las fuertes diferencias en la composición social de las escuelas más próximas a la residencia que tienen los distintos tipos de familias. Por ejemplo, en un radio de 750 metros respecto a su domicilio, una familia de origen migrante accede a escuelas que tienen 1,4 veces más estudiantes migrantes escolarizados que estudiantes nativos. En Madrid, por lo tanto, no solamente existe una segregación horizontal de la oferta educativa desigual en diferentes barrios, sino también una segregación vertical que se visibiliza en una composición social desigual en las escuelas más próximas para familias de distintos barrios.
Figura 3.- Porcentaje medio de estudiantes escolarizados en las escuelas más próximas a 750 metros de la residencia según clase social y origen
Fuente: Elaboración propia a partir de datos administrativos de elección escolar del año 2016. Datos de la colaboración entre la Consejería de Educación e Investigación y la Fundación CEMFI de 20/6/2019 (BOCM 1094/2019)
*Los datos de clase social pueden estar sujetos a errores de medida al aproximar la renta familiar a la sección censal.
Estas desigualdades se reflejan en un mapa de áreas de distinto privilegio educativo. Zonas específicas de renta alta, con una población nativa predominante y una amplia oferta privada y mayoritariamente bilingüe, coexisten con barrios de bajos ingresos con una elevada población migrante y una oferta mayoritariamente pública y no bilingüe. Los contrastes en las oportunidades de diferentes grupos de familias de elegir o acceder a diferentes tipos de escuelas se traducen en una geografía de desigualdad educativa y en una reproducción de la segregación escolar en la ciudad.
Figura 4.- Tipología de las características socioeconómicas y la oferta educativa (análisis clúster) de los barrios de Madrid
Fuente: Elaboración propia a partir del portal web del Ayuntamiento de Madrid y del buscador de colegios, Área de Información Estadística y Comunidad de Madrid
La combinación entre las transformaciones urbanas de Madrid y unas reformas educativas que ampliaron la elección escolar y la diversificación del mercado educativo ha estrechado el vínculo entre segregación residencial y escolar.
Las políticas educativas basadas en el mercado que incentivan la competencia a través de la diferenciación escolar y que responden únicamente a los deseos de la demanda educativa pueden favorecer geografías desiguales de oportunidades educativas y una fuerte segmentación entre tipos de oferta. Tanto en contextos de alta o baja segregación residencial como de elección escolar libre o controlada, una fuerte diferenciación escolar con una distribución territorial desigual de la oferta educativa puede incentivar dinámicas de segregación. Las familias más privilegiadas pueden encontrar sistemas de diferenciación en áreas 'mixtas' accediendo a escuelas singulares, o pueden si es necesario ‘escapar’ de las escuelas del barrio, gracias a un modelo que no penaliza la movilidad e ignora la escolarización de proximidad. Las familias con menores recursos, por su parte, disponen de una oferta escolar de proximidad menos diferenciada, así como de peores condiciones para la movilidad.
Combatir la desigualdad educativa en entornos urbanos fuertemente segregados es complejo, pero la política educativa importa. Mediante regulaciones educativas y políticas de planificación es posible revertir los efectos negativos de la desigualdad socioespacial. En otros países, las autoridades educativas establecen requisitos específicos para la autorización de nuevos proveedores educativos (ya sean concertados/privados o centros singulares) como sistema para evitar situaciones de sobreoferta escolar y asegurar una distribución geográfica más equilibrada de las opciones de escolarización. Asimismo, otras comunidades autónomas demuestran una mayor implicación con la planificación escolar, diseñando sistemas de zonificación escolar que favorezcan una escolarización de proximidad socialmente equilibrada o creando sistemas de distribución equitativa del alumnado con necesidades de apoyo educativo. La apuesta de la Comunidad de Madrid en educación, como en otras políticas sociales, ha sido indiscutiblemente una apuesta por entender la educación no como un derecho, sino como un servicio comercializable que favorece la segmentación de la oferta y la demanda educativa.