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IA: Del empleo al trabajo

Andrés Ortega

7 mins - 1 de Junio de 2023, 07:00

Se pronosticaba desde hace tiempo. Ahora, incluso The Economist no duda en afirmar, como otros muchos, que los grandes modelos creativos de IA (inteligencia artificial) transformarán las vidas y los mercados laborales. Es algo que empieza a preocupar seriamente a los gobiernos, incluido el español. La vicepresidenta Nadia Calviño prevé una "transformación profunda" en el empleo debido a la IA. Basándonos en estudios prospectivos, lo venimos advirtiéndolo desde hace tiempo, tanto en lo que a automatización de tareas (más que de empleos) se refiere como a otras nuevas que surjan. La automatización supone robotización en un sentido amplio (máquinas y/o programas, todos con una fuerte componente de IA). ¿Se avanzará hacia menos empleos, como previó Keynes hace un siglo? Sea como sea, cambiará la sociedad y la forma de financiar los bienes y servicios públicos. 

La idea y la realidad del empleo es algo relativamente reciente. Aunque tiene otros precedentes, ha acompañado el desarrollo de la revolución industrial y de la empresa. Frente a otras realidades y otros tipos de organización de la sociedad anteriores como la esclavitud (desde tiempos antiguos incluidos los de la supuestamente democrática Atenas), la servitud medieval o los gremios, por citar algunos precedentes históricos. La idea de empleo puede reducirse o incluso desaparecer. Vamos hacia la multiplicidad de trabajos, a menudo realizados por una misma persona para otras personas o empresas. Y no para todos. O, mejor dicho, de tareas. De hecho, las mejores investigaciones prospectivas se centran en el impacto de la IA y la automatización en las tareas más que en el empleo. 

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Hablar de estas perspectivas cuando crece el empleo en diversas sociedades desarrolladas, cuando faltan en ellas profesionales formados para las nuevas tecnologías o incluso para trabajos antiguos, aunque sea con técnicas modernas, como en la hostelería, puede parecer una osadía. Y sin embargo, conviene empezar a pensar que es posible, incluso probable, y que hay que idear nuevas formas de sociedad.

Un paréntesis: va a haber una enorme competencia internacional por atraer talento, cambiando las pautas de las migraciones. Aunque el talento que se necesita hoy puede no ser el que se requiera mañana (por ejemplo, la codificación, que se va automatizando). El Índice de Apertura (Openness Index) del Foro Económica Mundial (WEF) pronostica que para 2040, la oferta de talento internacional alcanzará un máximo histórico, pero se encontrará en nuevos lugares. Los destinos, indica este informe, con lazos culturales, geográficos o de diáspora más débiles, se pueden quedar atrás.

El impacto de la IA y la automatización no es una mera especulación de futuro. El Foro Económico Mundial calcula que casi una cuarta parte de todos los puestos de trabajo (23%) a escala mundial cambiarán en los próximos cinco años, con, en 45 economías que abarcan 673 millones de trabajadores, la creación de 69 millones de nuevos puestos de trabajo y la supresión de 83 millones. Es decir, una reducción neta de 14 millones de empleos, o 2% del empleo actual. Hay más. Según los estudios del Foro, la frontera hombre-máquina se está desplazando a un nuevo terreno. Aunque las expectativas de desplazamiento del trabajo físico y manual por las máquinas han disminuido, se espera que las tareas que requieren razonamiento, comunicación y coordinación - todas ellas características con una ventaja comparativa para los humanos y muy de clase media- sean más automatizables en el futuro.

De hecho, está ocurriendo ya. Hay trayectorias. Carl Benedikt Frey y dos colegas del Oxford Martin Institute han realizado un interesante estudio sobre el Reino Unido, concluyendo que la automatización en la industria entre 1993 y 2015 ha tenido un impacto negativo mayor en el empleo que de la deslocalización de la fabricación a China. Un robot adicional por cada mil trabajadores reduce el empleo en 0,5 puntos porcentuales. 21.109 trabajadores en Reino Unido fueron desplazados a favor de China, pero la introducción de robots desplazó a 32.328 trabajadores. Claro que hay que compensar estas tendencias con las aportaciones de nuevos sectores, como el de la economía verde.



Por debajo de los buenos datos generales de empleo, se puede ver elementos de estas tendencias que apuntamos. Por una parte el crecimiento, aunque con altibajos, de los autónomos o auto-empleados (o no remunerados)-aunque se llame empleo, solo lo es en parte- en toda la OCDE.

Por otra, los datos de empleo en España, por ejemplo, en las últimas EPAS, indican que este ha crecido más que las horas trabajadas, es decir, que se está dando un cierto reparto del trabajo, en detrimento de la productividad. Un fenómeno que se da en otros países como Japón, también con una población en declive, aunque allí el sueldo y la productividad por hora trabajada han aumentado. Pero en el conjunto de la OCDE, el número de horas trabajadas ha caído entre 2018 y 2021 (marcadamente, como es lógico en 2020, el año de la pandemia). 

Finalmente, un estudio de la Fundación BBVA y del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) ha puesto de manifiesto que desde comienzos de siglo en España el valor del llamado capital humano por habitante ha caído un 19% y puede caer otro tanto de aquí a 2050, debido al envejecimiento de la población. Esta, entre otros factores, lleva a invertir más en automatización, es decir, en capital físico y en buena parte, como la IA, en intangibles. Aunque ese envejecimiento quizás ponga remedio a la alta tasa de paro juvenil, en el caso español, de un 12,8%, el doble que la media comunitaria.

Uno de los grandes expertos en la materia, David Autor, distingue en una investigación reciente, las innovaciones que aumentan la mano de obra de las que la automatizan. El economista ve que hay nuevo trabajo, nuevas especialidades introducidas desde la Segunda Guerra Mundial, pero que en las últimas décadas se han generado más ocupaciones altamente remuneradas y a la vez más servicios con salarios más bajos. Ello, sumado al empleo perdido a la automatización/digitalización-por ejemplo, en sectores tan distintos como los automóviles y la banca-, genera un fenómeno de vaciamiento de las clases medias, algo que entendió bien Trump para llegar a la Casa Blanca. No está dicho que la repatriación de actividades que promovió el primero y ahora Biden, genere mucho más empleo, pues muchas de estas tareas que regresan, o se desarrollan, lo hacen automatizándose. Europa no escapa a estas tendencias, que generan procesos de desposeimiento, como lo llama, para el caso francés, Christophe Guilluy. Sin olvidar que parte de la IA se alimenta de mano de obra humana poco cualificada y mal pagada -que va metiendo datos- lo que aumenta doblemente las desigualdades. Es decir, impacto económico, sociológico, político. Con, al fondo, el problema de quién va a pagar impuestos para mantener un cierto Estado de bienestar e inversiones públicas de futuro. ¿Las máquinas y los programas, es decir, al cabo, el capital?

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