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ANADOLU AGENCY (GETTY IMAGES)

¿Primarán los intereses comunes o complementarios frente a los contradictorios? Cumbre CELAC-Unión Europea

Paulina Astroza

8 mins - 14 de Junio de 2023, 07:00

Mientras empezaba a esbozar las primeras ideas de este artículo sobre las relaciones entre la Unión Europea (UE) y América Latina y el Caribe (ALC), recibí la comunicación del Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Seguridad Común y la Comisión Europea dirigida al Parlamento Europeo y el Consejo de la UE proponiendo una nueva agenda para estas relaciones. Justo a tiempo para poder ponderar y repensar las ideas que venía desarrollando tras encuentros realizados con especialistas euro-latinoamericanos en Quito y Madrid, gracias a la invitación de las Fundaciones EULAC y Carolina. 

En las conversaciones y diálogos que sostuvimos con autoridades políticas, académicas, de las instituciones de la UE y de organismos internacionales, existía una inquietud en muchos de nosotros sobre el rumbo de estas relaciones los últimos años, el éxito o no de la Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) y la UE de julio próximo y el impacto real de la presidencia española del Consejo de la UE a partir del 1º de julio. En aquel momento no podíamos presagiar el resultado de las elecciones autonómicas y locales del 28 de mayo en España y el adelantamiento de las elecciones generales por parte del presidente del Gobierno Español Pedro Sánchez al 23 de julio, sólo 5 días después de esta Cumbre en Bélgica.  

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Se ha insistido que la UE tiene un interés por 'renovar' o 'relanzar' las relaciones entre ambos lados del Atlántico. Las relaciones, en términos generales, son buenas, pero es cierto que tras 8 años de suspensión de las Cumbres CELAC-UE, el contexto geopolítico y los propios problemas internos de la UE, éstas se han debilitado. La UE ha dejado espacios de influencia en América Latina que otros actores han aprovechado, especialmente China. Esta es una constatación que los propios europeos han realizado hace bastante tiempo. Rusia tampoco se ha quedado inmóvil y también ha copado algunos lugares que han quedado en evidencia con la guerra en Ucrania y la posición no unánime de todos los Estados latinoamericanos frente a la guerra. Las propias declaraciones del presidente Lula da Silva en su último viaje a Beijing lo dejó claro: culpó a 'Occidente' (léase EE.UU. y Europa) de ser los responsables de mantener la guerra por armar a Ucrania y llamó a tener 'empatía' con Rusia, poniendo a agresor y agredido en un mismo plano. Pese a que en su viaje a Portugal el presidente Lula se retractó en gran parte, lo dicho quedó en la retina. Más aun con las muy condenables afirmaciones realizadas por el mismo presidente brasileño a sólo un día de la reunión informal que invitó a 11 Estados de América Latina. En aquella oportunidad señaló, mirando a Nicolás Maduro, que lo que ocurre en Venezuela es más producto de una 'narrativa' en su contra que una realidad. Muy certeramente el presidente chileno Gabriel Boric, de izquierda, salió a rebatir estos argumentos y a señalar, nuevamente, que la crisis humanitaria y la falta de democracia en Venezuela no son producto de una narrativa sino una realidad. Tan concreto es que Chile vive en estos momentos una compleja situación justamente por inmigrantes venezolanos que escapan del régimen de Maduro.

Más allá de constatar que América Latina no vive sus mejores momentos de coordinación y vecindad, la pregunta que nos asalta es por qué hoy la UE ha lanzado esta iniciativa del relanzamiento o renovación de sus vínculos con ALC. Existen varios factores que el propio documento publicado reconoce: el contexto geopolítico, la guerra de Ucrania, la crisis energética y la emergencia climática, la necesidad de apurar la transición ecológica, entre otros temas. 

La CELAC se creó en 2011 y está compuesta por 33 Estados. La UE hoy cuenta con 27. Es un número importante cuando se trata de votaciones en organizaciones internacionales como la ONU. Se suele siempre partir invocando en los discursos y documentos nuestros lazos en común como la historia, la lengua, los valores comunes como la democracia, el Estado de Derecho y el respeto por los ddhh. ¿Son esos valores comunes tan comunes como lo sostenemos? ¿Tenemos dentro de América Latina hoy la misma idea o interpretación de lo que es la democracia, el Estado de Derecho y los DD.HH. cuando tenemos regímenes como el de Venezuela, Cuba o Nicaragua? ¿Sucede lo mismo en Europa cuando hay dos Estados miembros con procesos sancionatorios y sentencias del Tribunal de Justicia de la UE condenando a uno de ellos -Polonia- porque sus normas van contra el Derecho Europeo, específicamente contra la independencia y separación del Poder Judicial? ¿Entendemos lo mismo todos, europeos y latinoamericanos, qué significa la tan mencionada expresión de 'integración'? Tengo la convicción que no. Que no siempre hablamos o entendemos lo mismo y que mucho queda en la retórica y el papel, pero cuando escarbamos un poco, observamos las grietas que están bajo nuestros pies.



Seamos sinceros: todos tenemos intereses. A veces idénticos, otros complementarios y también contradictorios. Así es la política, así es la vida. Saber surfear en las grandes ligas de la política internacional implica reconocerlos, identificarlos y priorizarlos en atención a los fines que se persiguen. La UE necesita hoy más que ayer a ALC. ALC ha necesitado siempre a la UE. Más allá de los votos en una organización internacional, todo aquel que no sea EE.UU. o China está en un dilema ante la rivalidad de éstos. La guerra en Ucrania dejó al desnudo lo que se sabía: que Europa dependía mucho de Rusia, en especial en el petróleo y gas. La UE se ha establecido metas ambiciosas en el tema de la emergencia climática y para ello necesita acelerar la transición ecológica y digital. Necesita lo que denomina 'materias críticas', entre las cuales está el litio y el hidrógeno verde. Chile, Argentina y Bolivia tienen un 60% de este mineral tan codiciado por las grandes potencias. Las desconfianzas históricas entre los tres los ha llevado a descartar una asociación para tener más peso en una mesa de negociación con inversionistas. Divide y vencerás. Y así nos va en América Latina. Pero el escenario no es el de décadas anteriores. Hoy un punto crítico es la posición de Estados latinoamericanos para exigir mejores condiciones y no transformarse, una vez más, en meros exportadores de materias primas y que las grandes potencias le agreguen valor en sus industrias y en sus territorios. Aparece justo exigir que de parte de los compradores haya disposición a ceder y abrirse a transferir tecnología (que no se tiene en América Latina para extraer y tratar el litio), conocimiento, crear empleo, respetar las normas ambientales también en América Latina y no sólo en Europa, considerar a las comunidades afectadas por la explotación, entre otros importantes temas.

En el documento se toma clara nota de esto. Por suerte no se utiliza la poco feliz expresión de 'europeizar' las relaciones entre ambos continentes, concepto que nos causó escozor a muchos latinoamericanos que la escuchamos en Madrid. El salir explicarla ya demostró que no era una buena frase. Quien se explica, se complica.

Sí es necesario relanzar las relaciones UE-CELAC. Sí nos necesitamos. Sí tenemos intereses comunes y complementarios y debemos limar los contradictorios. ¿Cuáles prevalecerán en la Cumbre? No importa mucho, la verdad. Lo importante no son los discursos o fotos de familia. Lo importante es la acción, el seguimiento, el establecimiento de objetivos concretos y realizables, un win-win que seguramente no será entre bloque sino, como ha sido desde 1999, a 'velocidades variables' dependiendo de los Estados latinoamericanos. Debemos asumir que estamos en un contexto muy complejo, que tenemos mucho que perder ante los desafíos que enfrentamos y mucho que ganar si nos ponemos de acuerdo.

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