La invasión rusa de Ucrania en 2022 tiene efectos instantáneos y severos en la Unión Europea (UE), afectando también a su condición democrática. Nuestro estudio comparativo en West European Politics revela que
el régimen de Putin se ha vuelto tóxico para los partidos de Derecha Radical Populista (DRP). La invasión influye no solamente en los esfuerzos de unificación de estos partidos, sino que también arroja nueva luz a la reciente discusión sobre la ruptura de la ‘gran coalición’ en el Parlamento Europeo (PE) y el acercamiento del Partido Popular Europeo a partes de la DRP ante las elecciones al PE en 2024.
Hace más de una década el politólogo Cas Mudde argumentó que la unificación de los partidos de extrema derecha en Europa era poco probable debido a la falta de convergencia política y coordinación estratégica. Sin embargo, ha habido algunos intentos de cooperación. Uno de ellos ocurrió en la década de 1990, cuando Jean-Marie Le Pen del Frente Nacional (FN) buscaba lazos con el Partido Liberal Democrático de Rusia (LDPR), pero la asociación se desmoronó debido a los conflictos de corte nacionalista. En 2005, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) lanzó una iniciativa de colaboración populista de derecha a través de la Declaración de Viena.
Si bien sentó las bases para los intentos futuros, los partidos involucrados se centraron principalmente en agendas políticas nacionales en lugar de transnacionales.
Estos ejemplos ilustran dos puntos importantes.
Primero, las dificultades que enfrentan los partidos de extrema derecha en Europa para unificarse, ya que luchan por superar diferencias ideológicas, de capacidad organizativa y de agendas políticas. Si la ideología principal se basa en el ego nacional, cada compromiso internacional resulta contra-intuitivo. Esta es la principal razón por la cual la búsqueda de un movimiento populista de derecha cohesionado a nivel europeo ha sido desafiante y esquiva.
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Segundo, lo que divide a la derecha radical en Europa es la postura de diferentes partidos hacia Rusia. Por ejemplo, los partidos de extrema derecha de Alemania, Francia y Austria solían propagar las narrativas antidemocráticas e iliberales promovidas por Rusia ya en los 2010. El régimen de Putin ha financiado partidos como el FN y ha tenido una actividad significativa en Hungría, llegando a llamarse al gobierno de Orbán en Hungría el "caballo de Troya" de Putin.
Por otro lado, están los partidos más asertivos hacia los intereses de Rusia, sobre todo en el flanco Este de Europa, con el polaco Ley y Justicia (PiS) siendo probablemente el de la línea más dura.
Desde 2020, estos dos puntos se han vuelto cada vez más interconectados. Después de obtener resultados electorales bastante satisfactorios para los partidos de derecha radical en las elecciones al Parlamento Europeo en 2019, se formaron diversos grupos parlamentarios.
La Identidad y Democracia, conformada por Agrupación Nacional, Lega, Partido de la Libertad de Austria, Alternativa para Alemania y Vlaams Belang, es uno de ellos. Otros partidos también colaboraban en grupos como el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos, con el partido polaco Ley y Justicia, el italiano Fratelli d'Italia (FdI), el holandés Juiste Antwoord 2021 (JA21) y el español VOX entre sus miembros. Sin embargo, el partido húngaro Fidesz no entró en estos grupos después de abandonar el Partido Popular Europeo (EPP) en marzo de 2021 para evitar su expulsión.
Parecía lógico intentar unir a estos grupos, ya que, una vez unidos, podrían formar el tercer grupo parlamentario más grande en el Parlamento Europeo. Aunque es difícil identificar claramente quién fue el impulsor principal de este esfuerzo, el partido PiS de Polonia y el partido Fidesz de Hungría, ambos en conflicto con la UE por no respetar el Estado de Derecho, sin duda desempeñaron un papel importante.
En el verano de 2021, los líderes de la DRP firmaron un documento en varias capitales europeas, llamando a una profunda reforma de la Unión Europea. Luego, se reunieron en las cumbres de Varsovia (diciembre de 2021) y Madrid (enero de 2022). La mayoría de los firmantes estuvieron presentes. Además de los partidos gobernantes en Polonia y Hungría participaron el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), la Lega, el holandés JA21, Vlaams Belang/Permanencia Flamenca de Bélgica, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) y el Rassemblement national (RN) de Marine Le Pen. Por el camino se quedaron el Partido Finlandés y el Partido Popular Danés, enseñando las primeras rupturas.
La cumbre de Madrid acabó con la firma de distintas versiones de la declaración conjunta, con Marine Le Pen tachando del documento final la referencia a la inminente invasión rusa.
Sin embargo, ya hacía tiempo que, incluso entre Varsovia y Budapest, existían divisiones fuertes en sus relaciones con Putin. En 2015, el partido Ley y Justicia (PiS) de Polonia llegó al poder con una postura ideológica claramente anti-Putin. Después de la muerte del presidente L. Kaczyński en 2010 en un accidente aéreo cerca de la ciudad rusa de Smolensk, el líder del PiS, Jarosław Kaczyński, acusó a Putin de asesinar a su hermano gemelo. En la década de 2010, el PiS se convirtió en una fuerza importante en el Parlamento Europeo, actuando como una ultraderecha que advertía sobre los peligros de Putin. El acercamiento de Orbán a Putin no fue crucial durante tiempos de paz, pero se volvió decisivo en tiempos de guerra.
Ambos divergieron en asuntos relacionados con las sanciones contra el régimen de Putin, la ayuda militar y financiera a Ucrania y la percepción de Rusia como una amenaza militar. Como resultado, mientras el primer ministro húngaro, Víctor Orbán, intentaba seguir un camino intermedio entre la Unión Europea y Rusia, el gobierno polaco se convirtió en uno de los defensores más vocales de Kiev.
En 2022, otros actores de extrema derecha se posicionaron en contra de Putin.
Durante su campaña electoral, Georgia Meloni y su partido Fratelli d'Italia criticaron duramente a Rusia, distanciándose así de la Lega de Matteo Salvini, quien en el pasado se ha fotografiado con una camiseta de Putin en la Plaza Roja de Moscú.
En nuestro recién publicado estudio, analizamos los votos de los eurodiputados pertenecientes a los partidos de la Derecha Radical Populista (DRP) en el Parlamento Europeo
mostrando variaciones significativas en sus posturas hacia Rusia ya antes de la invasión. Esta división abarcaba desde posiciones altamente asertivas mantenidas por Vox, PiS y Fratelli d'Italia hasta una mayor conformidad con los intereses rusos de los eurodiputados de FPÖ, AfD y RN. Es importante destacar que el partido Fidesz de Hungría era el más asertivo dentro del grupo de partidos menos asertivos, igualmente situándose en medio.
Figura 1.- Asertividad hacia Rusia
Fuente: Holesch & Zagórski (2023)
Nuestro estudio revela, que en general, la invasión rusa ha disminuido las diferencias preexistentes entre los partidos de extrema derecha de la UE en cuanto a su postura hacia Moscú. Sorprendentemente, la asertividad de PiS y Vox disminuyó, mientras que la asertividad de Fidesz se más que duplicó. Estos hallazgos resultan sorprendentes, ya que se podría esperar una divergencia en la asertividad hacia Rusia entre estos partidos.
Inesperadamente, la invasión rusa parece haber acercado a PiS y Fidesz. La imagen de Orbán como aliado de Rusia en la UE contrasta con la posición poco clara de Fidesz en su voto. En el caso húngaro podemos observar la tendencia de no acudir o abstenerse en las votaciones poco cómodas para el partido.
A medida que profundizamos en otros aspectos del análisis, surgen revelaciones intrigantes. El partido español VOX emerge como el más audaz y asertivo, posiblemente motivado por su deseo de contrarrestar la postura pro-Rusia de la extrema izquierda española, al menos antes de la invasión. También resulta sorprendente la postura de La Lega de Italia, considerando que su líder, Matteo Salvini, se mostraba bastante cercano a Putin. La AfD alemana, la cual no participa en la unificación de la extrema derecha, muestra un aumento de asertividad hacia Rusia después de la invasión. Mientras tanto, el partido francés RN y su líder Marine Le Pen parecen mantener una postura favorable hacia Putin.
En conclusión, la cuestión rusa sigue dividiendo a los partidos de la Derecha Radical Populista (DRP), incluso a medida que se vuelven más críticos con Putin. La invasión rusa de 2022 ha mermado la capacidad de influencia de Rusia en estos partidos, poniendo en duda los lazos existentes. Como resultado, el régimen de Putin se volvió tóxico, complicando aún más las perspectivas de la unificación de la extrema derecha antes de las elecciones al parlamento europeo en 2024.