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Artículo dentro del especial:
con la colaboración de:
PETR DAVID JOSEK (AP)

Zeitenwende: el gran dilema alemán

Ruth Ferrero-Turrión

6 mins - 18 de Julio de 2023, 07:00

Son varios los tsunamis que la guerra de agresión rusa en Ucrania ha generado, desde la reconfiguración del orden mundial tal y como estaba diseñado hasta ahora, pasando por la aceleración de los procesos de transformación políticos, económicos y militares en las sociedades occidentales. Pero, sin duda, uno de los cambios que más ha impactado a propios y extraños fue el giro de 180 grados que dio el canciller Scholz el 27 de febrero de 2022, apenas tres días después de la invasión a gran escala rusa. Fue entonces cuando el canciller, de manera tranquila, planteó un terremoto en la esfera política alemana al anunciar el Zeitenwende, el punto de inflexión histórico al que se enfrentaba desde ese momento Alemania centrado esencialmente en la puesta en marcha de profundas transformaciones geopolíticas, estratégicas y económicas que afectarían desde ese momento al devenir del país germano. 

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Los ejes sobre los que sostenía este sorprendente viraje tenían todo que ver con las relaciones tejidas durante años entre Alemania y Rusia. Se trataba de romper de manera sistemática las relaciones económicas, energéticas y políticas con Moscú, unas relaciones que se habían sostenido desde los años 60 sobre la famosa Ostpolitik lanzada por Willy Brandt y cuya filosofía se articulaba en el principio de Wandel durch Handel, la transformación a través del comercio, y que ahora se demostraba fallida. De este modo, se planteaba un nuevo replanteamiento de las relaciones con Rusia, un impulso de las fuerzas armadas con la incorporación de un fondo de 100.000 M€ y, por fin, la reducción de la dependencia energética de Rusia. En otras palabras, Scholz daba un golpe sobre la mesa transformando de manera radical la política exterior alemana vigente desde el fin de la Guerra Fría. 

Alemania había conseguido ser el motor europeo gracias a la confluencia de dos factores esenciales, el mantenimiento de su potencia industrial y su expansión hacia regiones como Visegrado o países del sur como España y la importación de la energía barata rusa. Ambos le han permitido producir mucho, bien y de manera competitiva en el mercado comunitario. Así que la propuesta de Scholz era extremadamente audaz y suponía un tremendo reto para la economía alemana. En estos momentos, los alemanes deben resistir el desgaste económico y financiero de la guerra al tiempo que continúan siendo el motor económico de Europa. Alemania se encuentra ante un punto de inflexión que va a determinar su posición en el marco europeo en un momento de profundos cambios geopolíticos tanto más allá, dentro y desde la UE.

De entrada, parece muy evidente que el actual establishment alemán no parece poder asumir un liderazgo político que le permita mantener su papel como Führungsmacht (potencia líder) europeo. Existe una evidente pérdida de influencia entre los países del centro y del este europeo que no han visto con buenos ojos, y desde su perspectiva, las dudas expresadas por el gobierno alemán en su respuesta a la invasión rusa de Ucrania. La interpretación alemana, o mejor, que ha hecho Scholz, ya que el ala verde del gobierno no comparte su aproximación, diverge de manera sustantiva de la visión de los países del Este que apuestan más por un eje más euroatlántico que por uno más europeo. Así, a pesar de que la socialdemocracia alemana ha sido históricamente proclive a la OTAN en materia de seguridad y defensa, ve con recelo y temor la radicalidad de algunas posiciones que se van acordando en el seno de la alianza.



Esta situación ha hecho perder de manera muy acelerada el poder político del eje franco-alemán  que cada vez se desplaza territorialmente más hacia al Este e ideológicamente más hacia las derechas ultraconservadoras y nacionalistas. Este desplazamiento del centro de gravedad europeo se ha acelerado también con la incorporación a la OTAN de Suecia y Finlandia que inauguran un nuevo ciclo político de manos de las derechas radicales.

Si pasamos al análisis de los logros alcanzados con este cambio de rumbo, las luces y sombras son más que evidentes. En política energética la capacidad de desconexión de los hidrocarburos rusos ha sido destacable y es de los países que lo ha conseguido en un tiempo más corto. Ya en 2022 la dependencia del gas natural había pasa de un 52% a un 22% en apenas un año, también el consumo de petróleo que cayó en torno al 51% de noviembre de 2021 a noviembre de 2022. La rapidez en la firma de acuerdos con proveedores alternativos como Qatar, Noruega para el gas o Iraq para el petróleo han sido determinantes. Con esto Alemania despedía radicalmente su dependencia del gas y petróleo ruso así como su enfoque del “cambio a través del comercio”.

En cuanto a su política de defensa, si bien la aproximación alemana ha cambiado y se ha dotado de un incremento muy sustantivo en materia presupuestaria, las Fuerzas Armadas Alemanas (Bundeswehr) todavía se encuentran lejos de alcanzar la financiación prevista para cumplir con el objetivo OTAN del 2% del PIB. El fondo especial en materia de defensa (Sondervermögen) está teniendo un lento desembolso que todavía no está reflejado en la planificación de los presupuestos de defensa. 

Alemania en un año ha conseguido independizarse del gas ruso poniendo fin a su relación económica y energética con Rusia. Y esto lo ha hecho reforzando las relaciones euro atlánticas y reafirmando a la OTAN como el principal instrumento de defensa para Alemania, al tiempo que ha dado un salto cualitativo en la doctrina militar alemana con un incremento del gasto en defensa sustantivo. Por otro lado, al mismo tiempo, ha perdido un considerable peso político en el marco europeo en relación con sus aliados tradicionales del Este y el país, según el último informe de la Oficina Federal de Estadística Alemana, entró en recesión en el mes de mayo. 

Desde luego la Zeitenwende ha sido, sin duda, un movimiento extremadamente audaz, aunque todavía inconcluso. Quizás es el momento de hacer balance y evaluar cómo podrá Alemania recuperarse de estos profundos cambios, en un periodo de tiempo lo más corto posible. De lo contrario, no parece que sea posible que la autonomía estratégica europea despegue, ya que parafraseando al Secretario General de la OTAN, Ismay Hastings, EEUU habría ganado la partida en Europa, teniendo a los rusos out, a los estadounidenses in y a los alemanes down.
 
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