El sistema de elegir al presidente de la Comisión Europea entre los principales candidatos de las elecciones al Parlamento Europeo corre el riesgo de ser abandonado para los comicios de 2024. El novedoso sistema, bautizado con el término alemán
spitzenkandidat (o
spitzenkandidaten, en plural), perseguía, según sus partidarios, dotar de mayor transparencia a uno de los nombramientos más importantes de la política europea y acercar el proceso a una opinión pública que suele optar por abstenerse masivamente en los comicios europeos. Pero a solo nueve meses de las elecciones del 9 de junio de 2024, apenas hay movimiento para poner en marcha un proceso que agoniza en medio de la indiferencia de Bruselas.
La mayoría de los partidos europeos acogieron con entusiasmo la idea de designar por adelantado a sus aspirantes a presidir la Comisión y el sistema se estrenó con éxito en 2014. Pero en 2019 se topó con la resistencia del Consejo Europeo, liderada por el presidente francés, Emmanuel Macron, y los candidatos de los
tres partidos más votados (populares, socialistas y liberales) fueron descartados en favor de la conservadora alemana Ursula von der Leyen, que ni siquiera se había presentado a las elecciones.
El Parlamento, a regañadientes, aprobó esa decisión por una ajustada mayoría de solo nueve votos.
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Aquel fiasco, unido a las posibilidades de Von der Leyen de ser reelegida por el Consejo el año que viene, ha enfriado el deseo de repetir la experiencia en las elecciones de 2024. En principio, populares (PPE) y socialistas (S&D), los dos grupos con más posibilidades de ganar las elecciones, apoyan el sistema de los candidatos. Pero hay dudas sobre si finalmente lo utilizarán en los próximos comicios y, de momento, no tienen previsto a corto plazo poner en marcha la elección de sus candidatos.
“Creo que el sistema Spitzenkandidaten es válido, pero siempre que se respete y eso no depende sólo de nosotros”, señaló la semana pasada la líder socialista en el Parlamento Europeo, Iratxe García, en una
entrevista con el diario La Stampa.
“Me gustaría presentarlo, pero debe haber garantía de que se respeta el método”, añade la eurodiputada española.
En las elecciones de mayo de 2014, los socialistas designaron a su candidato (Martin Schulz) en noviembre del año anterior. Un plazo similar al de los populares en los comicios de 2019 (Manfred Weber).
Para las elecciones del año que viene, aún no se ha puesto en marcha el proceso, a la espera de comprobar si el sistema de los candidatos se aplica por tercera vez o se deja aparcado hasta que soplen vientos más favorables a esa opción.
Los liberales de Macron, que en 2019 fueron la tercera fuerza más votada, se resisten como hace cinco años a utilizar el sistema. El presidente francés había supeditado su uso a la creación de listas transnacionales en las elecciones europeas, una innovación que, por ahora, rechaza el PPE.
En contra del
spitzenkandidat juega también
la escasa repercusión que el sistema ha tenido hasta ahora entre la opinión pública. Cuando se estrenó, en 2014, se registró la tasa de participación más baja (42,61%) en la historia de las elecciones al Parlamento Europeo. Cinco años después, la participación subió ocho puntos (hasta el 50,66%). Pero un
reciente informe del Parlamento Europeo reconoce que no hay pruebas de que la mayor movilización se debiera a la presencia de candidatos a la Comisión. Y de hecho, según los sondeos citados por el informe,
entre el 69% y el 78% de los votantes no sabían de qué partidos políticos eran los diferentes candidatos.
Aun así, el Parlamento Europeo mantiene su voluntad de aplicar siempre que sea posible el sistema de los spitzenkandidaten, entre otras cosas, porque le da mucho más poder frente al Consejo Europeo. El citado informe sugiere varias vías para revivir el proceso, que pasarían más que nada por un acuerdo entre Parlamento y Consejo sobre sus respectivas responsabilidades en el nombramiento del presidente de la Comisión.
El método tradicional de nombramiento, recogido en el
Tratado (artículo 17.7), consiste en que el Consejo elige por mayoría cualificada (18 países que sumen al menos el 65% de la población de la UE) a la persona propuesta para la presidencia de la Comisión y el Parlamento debe aprobar su nombramiento por mayoría.
La fórmula del spitzenkandidat restringe la capacidad de elección del Consejo, que debe limitarse a escoger entre los candidatos que han liderado la campaña electoral de los partidos políticos europeos para el Parlamento.
El futuro del sistema impulsado por el Parlamento dependerá en buena medida de la decisión de Von der Leyen sobre optar o no a un segundo mandato, un dilema que, según ella misma, resolverá a final de este año o principios de 2024. Si la actual presidenta aceptara ser la candidata electoral de su partido, el PPE, podría relanzarse el método de los candidatos.
Pero eso expondría a Von der Leyen al
liderazgo errático del presidente de su partido, el también alemán Manfred Weber, que tan pronto amaga con aliarse con la extrema derecha como renueva los votos de su relación con socialistas y liberales. Von der Leyen se convertiría además en una candidata claramente de parte, con riesgo de perder los apoyos de otros grupos de que ha gozado en la actual legislatura.
Otra opción sobre la mesa es que el PPE, con la aquiescencia tácita de los socialistas, asuma la candidatura de la alemana como propia pero sin forzarla a someterse a un proceso de primarias ni a presentarse a las elecciones. Sería una forma de mantener vivo el
spitzenkandidat aunque de una manera artificial y sin consecuencias políticas tangibles.
En ese caso, el modelo del spitzenkandidat seguiría hibernando al menos hasta 2029.