Es hora de normas que impulsen la rehabilitación y nos permitan tener viviendas que nos protejan del calor y el frío.
Este verano fue el más caluroso registrado en nuestro planeta [1]
, a consecuencia del cambio climático. Como resultado, nuestras viviendas se calentaban por el día, sin llegar a refrescarse por la noche. No obstante, esto no hace que vayamos a dejar de tener inviernos fríos, muy fríos. Además, este incremento en la temperatura ha tenido como resultado sequías y lluvias torrenciales a lo largo de la península [2].
Si queremos que nuestras casas sigan siendo espacios en los que podamos resguardarnos, necesitamos mejorarlas y reforzarlas para no exponerlas a los riesgos climáticos. Para hacernos a la idea: el 51% de las viviendas habitadas fueron construidas antes de que se introdujera los requisitos más básicos de aislamiento. Igualmente, los edificios españoles suponen cerca del 30% del consumo de energía final ―siendo el sector residencial responsable del 17,1% del consumo y el sector terciario del 12,4%―, del 25,1% de las emisiones ―de las que el 8,2% son emisiones directas asociadas al consumo de combustible en el sector residencial, comercial e institucional―, y algo más del 20% del consumo de gas en España.
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Entre 2021 y 2030 tenemos que rehabilitar 1.200.000 viviendas con criterios de eficiencia energética para cumplir los objetivos que hace tres años nos planteamos como país, y deberíamos acelerar bastante el paso si queremos llegar. Tampoco vamos al ritmo adecuado si queremos llegar a 2050 con unos edificios con unas emisiones de carbono nulas, como nos hemos propuesto como Unión Europea. Según los datos disponibles,
en dos años y medio apenas hemos conseguido rehabilitar 88.390 viviendas en España, y de éstas, no sabemos cuántas han incluido criterios de eficiencia energética ni con qué nivel de profundidad, por lo que es posible que tengan que volver a rehabilitarse antes de 2050. Nuestra ratio de rehabilitaciones sigue siendo muy inferior a la de los países de nuestro entorno, dejándonos en una situación de vulnerabilidad frente a futuras heladas, olas de calor o al posible encarecimiento de la electricidad o el gas, sobre todo a aquellos hogares que ya se encuentran en riesgo de exclusión social o en situación de pobreza energética.
Estas rehabilitaciones podrían llegar a crear hasta 88.000 empleos especializados, de calidad y no relocalizables fuera de España, pero para ello, es necesario superar las barreras sociales, formativas, laborales, de acceso a la información, de recursos humanos, económicas y financieras existentes. A día de hoy, estas barreras dificultan que la población quiera y pueda rehabilitar su vivienda, que las administraciones públicas puedan fomentar, apoyar y tramitar los procesos de rehabilitación, y que las empresas tengan certidumbres a la hora de planificar, financiar y ejecutar las obras de rehabilitación.
Si queremos tener claro hacia dónde tenemos que ir
nos falta una referencia de cuál es el estándar de edificio necesario, de qué es exactamente un edificio de cero emisiones, para orientar al mercado en lo que va a ser su actividad en las próximas décadas.
También necesitamos innovaciones normativas dentro de la rehabilitación de edificios que establezcan unas normas mínimas de eficiencia energética para nuestras casas, si queremos que sigan siendo habitables, así como instrumentos a nivel bancario que puedan contribuir a mejorar la toma de decisiones y a ofrecer una información certera sobre la rehabilitación energética. Por último,
será necesario saber realmente el número de edificios rehabilitados con criterios de eficiencia energética y llevar una cuenta exhaustiva en los próximos años.
Para coordinar estas rehabilitaciones de las viviendas en España a gran escala hará falta planificación estratégica, a todos los niveles, y así asegurar que lleguen lo antes posible. Pero también falta una coordinación a pequeña escala, con herramientas que faciliten la intervención por fases, claramente planificada y en el orden adecuado, con un compromiso bilateral entre propietario-administración asegurando que las rehabilitaciones sean coherentes y ambiciosas, y que llegarán a buen fin.
Por otro lado, no solo tenemos que cuidarnos a nosotros mismos, también debemos velar por nuestro medio ambiente y nuestra sociedad en su conjunto.
Hace falta que empecemos a medir las emisiones de gases de efecto invernadero de nuestros edificios durante toda su vida útil, considerando también su construcción, demolición o desmontaje; que aceleremos la implantación de sistemas de calefacción y refrigeración no sólo eficientes, sino que utilicen únicamente energías renovables, y priorizar la rehabilitación de las viviendas de las familias más vulnerables que ya suelen vivir en los edificios menos eficientes como solución estructural a la pobreza energética.
En España, según datos del propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en su informe anual de indicadores sobre pobreza energética, la suma de la pobreza energética escondida (HEP) y del gasto energético desproporcionado (2M) representan el 25,7% de los hogares, más de una cuarta parte de los mismos. Si entramos en los detalles de ese mismo informe, estos porcentajes llegan al 66,27% en aquellos que tienen menores ingresos, y no siempre en zonas climáticas frías, lo que pone de relieve dos hechos relevantes:
que no tenemos el mismo problema que el Norte de la Unión Europea y que la calidad edificatoria es un factor clave. Precisamente mejorar la calidad de nuestras viviendas mediante la rehabilitación energética e integral es una medida a la que no pueden acceder los perfiles sociales con niveles de ingresos más bajos.
Se puede desbloquear el gran potencial de los bancos y prestamistas hipotecarios para acelerar la ola de renovación de la UE a través de mecanismos de financiación innovadores como los estándares de cartera hipotecaria (MPS por sus siglas en inglés).
Estos estándares permitirán medir el desempeño energético y las emisiones de las propiedades de las carteras hipotecarias, y alinearlas con los objetivos de descarbonización de la Unión Europea y del Acuerdo de París. Asimismo, los MPS fomentarán que los propietarios lleven a cabo trabajos de rehabilitación, reduciendo su consumo energético y su tarifa de la luz considerablemente, y mitigando el riesgo climático sobre sus viviendas. Como complemento, el préstamo para renovación de la UE (ERL por sus siglas en inglés) puede ampliar el acceso a la financiación de la eficiencia energética para los propietarios de viviendas de bajos recursos, asegurando que la rehabilitación energética sea justa y para toda la población.
Somos muchas las personas, entidades y empresas que trabajamos, por el beneficio de nuestro medio ambiente, nuestra sociedad, nuestra economía y nuestra salud, buscando que la deseada ola de renovación de la UE sea implementada en España sin dejar a nadie atrás.
Necesitamos normativas tanto a nivel europeo como nacional que marquen una senda clara y ambiciosa, por lo que ponemos nuestra experiencia y nuestro conocimiento al servicio de las instituciones y de los ciudadanos para lograr que así sea.
Notas:
[1] https://www.lavanguardia.com/natural/20230906/9208423/verano-mas-caluroso-registrado-tierra-estio-2023-supera-record-amplio-margen.html
[2] https://es.greenpeace.org/es/en-profundidad/estas-seran-las-consecuencias-del-cambio-climatico-en-espana/sequias-y-lluvias-torrenciales/